Marta es atractiva, responsable y elegante, sale los viernes al barrio, como cualquier estudiante. Es popular entre los chicos de su facultad, dicen que esconde un misterio difícil de descifrar. Su hermosura es tan pura que casi quita el aliento, tan madura y niña al mismo tiempo, sus momentos de felicidad los pasa en soledad, leyendo, escribiendo poesías y andando por la ciudad.
Luis es profesor, cincuentón y resultón, divorciado de una esposa atada a una televisión, cansado de discutir, de fingir, cambió de vida, salió en busca de sí mismo, intento casi suicida. Pasa el día en el claustro hasta quedar exhausto, a veces quisiera dejarlo todo, sin dejar rastro.
Marta acude a sus clases, sabe que él es distinto, escucha las opiniones que expone y siente a su instinto diciendo que se enamore y a su cabeza que ignore esa extraña sensación. Es que ya no lo puede evitar, vive su amor en silencio, pero quiere actuar, y habla con él cada tarde que se lo encuentra en el bar.
Su pasión danza en secreto, cómplices de cada instante, disimulando en público, ese es su único diamante, y antes de que éste sol se ponga y las calles duerman, escapan a otra velada de amor eterna. Se conocieron, sin pensar las consecuencias, no opusieron resistencia a lo que deparó el destino, pero, cuando el amor existe y está prohibido, el amor es triste porque es clandestino.
Clandestinos, cuando el amor está oculto, es injusto resistir la represalia y el insulto, clandestinos, y cuando el grito es silencio, y en el silencio para hacer camino hay que pagar un precio, clandestinos, si el corazón arde y es indomable, la verdad siempre buscara un culpable.
Nach Scratch
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