Ordena la locura en filas de ludibrios.
En una casa oscura con un claro desván,
guarda la enciclopedia de mudos equilibrios
y si el dolor asedia, compone el ademán.
Se corta la melena en señal de anarquía,
reina de su colmena tejiendo la ansiedad,
domina el lapicero que finge la alegría
y disfraza de acero su gran debilidad.
Prefiere faldas cortas y las ideas largas
que pasean absortas por calles de metal
y cuando se resbala, parece accidental.
Entre cenizas guarda las razones amargas,
algún que otro dardo clavado en la moral
y dos o tres secretos. Una mujer normal
Morgana de Palacios
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