viernes, 18 de octubre de 2013

Como un dardo contra un globo de pintura



Es un roce, dicen. Tan solo un roce. Avanza lentamente. Una onda cuidadosa, se contonea asegurando que no queda hoja, espina, ni milimétrico grano de arena sin besar. Un roce, está llegando. Ves cómo la imagen deformada tras el velo de textura acuoso, se aproxima. Te toca. Aire, fluido incompresible. Se choca contra tu cuerpo, rebota buscando continuar su trayectoria, más corretea por tu hiel. La imagen se queda congelada. Tus ojos se mueven más rápido que nunca, cada color, cada milímetro poroso, todo aquel calor acaricia cada resquicio de tu piel. Te atraviesa... Entra de lleno y elegante te sonríe omnisciente, marca su esencia en ti, para siempre. Es una micra en tu pajar. Pura energía condensada en un grano de pigmento, es vida en bruto que tiñe suave cada línea...
Mientras, las centésimas de segundo van avanzando, como diminutas gotitas por tus costados... Las ves marcharse, ya se van... Ya se han ido. 

Lo irradian. Vidas incandescentes, congelan el árido sol, enrojecen la gélida brillante. Independientemente anclados al revolotear de sus alas, de sus risas de a color. 

Bajo la lona tersa, buceando tras la flexible resistencia. Vitalidad.

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