sábado, 20 de octubre de 2012

Gustav Klimt

QUÉ SOY Y QUÉ QUIERO
Para un autorretrato inexistente

Sé pintar y dibujar. Yo mismo me lo creo, y también otras personas dicen que se lo creen. Pero no estoy seguro de que sea cierto. Sin embargo, hay dos cosas que sí son seguras:

1. No existe ningún autorretrato mío. No me interesa mi propia persona como “motivo del cuadro”, sino más bien otras personas, sobre todo femeninas; aunque me interesan más otros fenómenos. Estoy convencido de que como persona no soy especialmente interesante. Nada hay en mí de especial. Soy un pintor que pinta un día sí y otro también, de la mañana a la noche. Cuadros figurativos y paisajes, raramente retratos.

2. La palabra, sea hablada o escrita, no es mi fuerte, y mucho menos si tengo que hablar sobre mí mismo o sobre mi trabajo. Hasta cuando me veo obligado a escribir una simple carta experimento angustia y sensación de mareo.

Por estas razones, habrá que renunciar a un autorretrato artístico o literario de mi persona. Cosa que tampoco es como para afligirse. Quien quiera saber algo sobre mí –como artista, que es lo único digno de atención– deberá contemplar atentamente mis cuadros e intentar inferir de ellos qué soy y qué quiero.

Gustav Klimt





¿Qué soy y qué quiero? Es un tema muy difícil, sin embargo creo que aunque no toda la humanidad es lo mismo, sí queremos lo mismo. Lo mismo que quería Gustav Klimt, un oficinista, un mendigo, tú e incluso yo: La felicidad.

¿En qué me baso? Como bien escribió Klimt, "en contemplar atentamente sus cuadros": El friso de Beethoven:

El friso se compone de episodios simbólicos sobre la salvación de la humanidad a través del arte hasta culminar en la alegría y felicidad más puras: el Coro de los ángeles del Paraíso. No obstante hasta llegar a este coro de los ángeles hay que recorrer el friso completo, comenzando por los sufrimientos de la débil Humanidad, se ve a una pareja totalmente postrada suplicando a un fuerte caballero, a la compasión y a la ambición como fuerzas internas de los impulsos, que le mueven a luchar por conseguir la felicidad, 

                 
    

teniendo que vencer, para alcanzarla, a las  fuerzas enemigas representadas como el gigante Tifeo y sus tres hijas: la enfermedad, la locura y la muerte; la lujuria, la impudicia y la desmesura; la pena aguda.





Tras la lucha conta el mal encarnado, las ansias y los deseos de los hombres se ven a veces derrotados, impotentes, alejándose volando. El anhelo de felicidad encuentra reposo en la poesía y las artes, salvadoras, conduciéndonos al reino ideal, el único en el que podemos encontrar alegría pura, felicidad pura, amor puro: El Coro de los ángeles del Paraíso. ‘Alegría, hermosa chispa de los dioses’. ‘Este beso para el mundo entero’.”

            




La mayoría de las obras de Klimt pueden dar pie a numerosas interpretaciones, pero su utilización anterior del tema de la pareja en el friso de Beethoven  (así como en el friso de Stoclet) permite ver en El beso la realización postrera de la búsqueda humana de la felicidad.

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