Amanece cálido mi vientre, como custodiando una luz diminuta que a veces, potente y azulada atraviesa mi carne y otras llamea anaranjada en su columpio, perfectamente recogida en su dinámica ondulante.
Luz versátil, pero luz que en cualquier caso hiela mis palmas al taparla con las manos, superponiendo los dedos en un mosaico de rombos, translúcidos, como un velo de tul que descubre la verdad.
Y es que es lo que es.
Es lo que es.
Es incluso la sombra de lo que no es. Y justo así es como se convierte en lo que no es, no siendo nada más y olvidando que no lo es, dejando así de poder no ser.
Y si hoy lo es,
lo será mañana también.
Y si hoy lo es,
lo será mañana también.