miércoles, 2 de diciembre de 2015

Perecedero

Cada nueva estación percute el minutero y las hojas se van desperezando. El sol, el agua, el viento y estas ganas de jugar no me dejan tranquila, solo quiero salir, correr y descubrir cuánto llegaré a medir. Creo que puedo, mis pétalos serán tan fuertes y coloridos que podré volar por todo el mundo siguiendo el canto más bello. Y todo seguirá igual, solo más y más, nada morirá. Pasan los meses y los otoños ya susurran sangre de piedra y sal; irrumpe en mi cama el invierno y retira mis párpados al toque de este acero hirviendo:

He visto morir al amor en mis palmas desnudas; y en mi pecho todavía he clavado mil astillas más en su honor, pues al doblar la esquina lo encontré... Coronado de espinas, despojado de su sepultura, vistiendo por mortaja un traje de superhéroe; en su pecho había grapada una hoja arrancada y en el centro, escrito con sangre, saliva y semen, un mensaje: Ayer bebí tanto que no recuerdo nada.  

He visto morir solo a uno de los dos cuerpos mellados que el tiempo me arrebató este año; y queriendo delirar los abracé mientras se quedaban fríos de la magia que vibraba en sus palabras, en su forma única e irremplazable, en su movimiento… Para comenzar después a hacer la cuenta atrás de todo el resto…

Entonces la vi, me dio la mano encapuchada con millones de almas inconscientes que fueron vida y perecieron, una sola vez. Como si el tiempo fuera a fugarse en tres segundos tiró de mi brazo y cientos de días despeinaron mi cabello y mis miembros hasta que la vi, abrazando a mis padres y a mi hermano, arrancándole el latido a la mirada, al beso, a la palabra… Y como un huracán me golpeó devolviéndome a mi cuarto y tazas, cuentos, flores y cajas de recuerdos, mis inmortales tácitos esclavos, no sabrán nunca que me he ido.


Maldita por el tiempo, por haber escarbado con mis manos en las entrañas de esta esencia,  me quebré las uñas y paseo hoy convertida en fino cristal mientras miro nacer las flores año a año, explotando coloridas en un mundo lleno de muerte. Cada nueva estación percute el minutero y las hojas se van despedazando, una sola vez.