Un otoño que despereza al segundo y vuelve a nacer.
Cientos son ya las letras forjadas para ser negadas. Y sin embargo, ahí estoy yo... intentando descifrar cómo sin planos de obra, ni esfuerzos extremos, he vuelto a deshojar mis cuadernos y recomendaciones y he vuelto a soñar.
Cientos son ya las letras forjadas para ser negadas. Y sin embargo, ahí estoy yo... intentando descifrar cómo sin planos de obra, ni esfuerzos extremos, he vuelto a deshojar mis cuadernos y recomendaciones y he vuelto a soñar.
Sigiloso pero visible, te acercas y me hablas de las sombras y su belleza; de las caídas que se confunden con esperanza de nuevas flores que germinan y te mienten. Miras al frente y me pregunto si es cierto que "la presa siempre está sola, aunque corra en compañía". Y así las puertas de un cálido refugio me acogieron siendo aún invierno. Contemplaron el húmedo frio en mis huesos y su música les dio un motivo. Como agua cálida recorrió mis pesadillas, sin tratar de curarlas; delicado, como un relojero, detuvo sutil mis engranajes invitándoles a respirar, a contemplar el otoño, a cuestionarnos culpable y culpados, .
Dicen que es dificil la salida y ya es muy tarde. Nos hicimos intrusos de un momento que, ciegos de tempestad, quedaron bailando pasadas las doce y un enjambre de luces y bosques lo entendieron mucho antes que nuestros cuerpos.
Dicen que es dificil la salida y ya es muy tarde. Nos hicimos intrusos de un momento que, ciegos de tempestad, quedaron bailando pasadas las doce y un enjambre de luces y bosques lo entendieron mucho antes que nuestros cuerpos.
Y tú sin darte cuenta caminas, medio metro por delante, haciendo bailar a los charcos con cascadas que suaves se deslizan por tus talones, perturbando el tedio de aquel mar sin luna. Rápidamente. De vuelta en tierra y te giras. Levanto la vista y solo puedo negarme más mis alas y quedarme aquí, agarrando los segundos que callan tus ojos, intentando descifrarte.