... Las ganas de inventar y una tiza al cielo marcarán la frontera de mi razón, y un arsenal de paciencia y celos, nos recuerdan las chicas no pagan dinero.
Y a la vez que lo sagrado siempre es pequeño, tus fantasmas me pueden resucitar. Mi colección de angelitos negros, nos recuerdan tenemos lo que merecemos.
Lo sé porque muchos ya se fueron y hoy sigo sus paso al caminar. Y aquí tu y yo, solo quedamos los buenos, nadie nos enseña dónde parar.
No te asuste el desgastarme, soy eterno... y esas manos, tan puras como el coral... ya llegará lo del cementerio y solo entonces, lo mismo será que no serlo.