Mueves ficha, peón blanco a E4. Es un juego, lo sé, pero ciega y obcecada yo te sigo, peón negro a E5. Enfrentados, en el más poético de los movimientos, con las pupilas fijas en tus ojos y los escudos por bandera. Podría haber terminado aquí, sabíamos que no podía salir bien, sabíamos que no podíamos retroceder, pero podríamos habernos quedado estáticos, podríamos habernos quedado eternamente así, etéreos, con la mirada omnisciente de quien lo sabe todo y no puede demostrar nada, en pausa. Caballo blanco a C3; pero sigues jugando, desafiando al léxico, reuniendo a enemigos históricos: majestuosidad y sencillez.
No me puedo quedar quieta, ya no... Caballo negro a C6; tras siglos bajo prisión, con las piernas débiles y el corazón fustigado, me arriesgo, me encaro de nuevo. Tu mirada firme y penetrante, evalúas susurrante. Niegas el control de la jugada, pero no te tiembla el pulso y mueves ficha.... Peón blanco a F4. Incrédula lo voy sintiendo, se va apoderando de mi la sutileza de este tango de palabras moldeadas con sigilo en mis entrañas, pero pronunciadas por tus labios... mas no lo olvido, es un juego y muevo ficha... Peón negro a D6. Desnudas tu mirada, bajo las lanzas, voy sintiendo como el hielo se funde... gota a gota, palabra a palabra... Caballo blanco a F3. No lo entiendo, me abres paso a las cicatrices peor curadas, a las heridas más frescas y a las memorias más ensangrentadas, te vuelves vulnerable... Peón negro a A6... me vuelves vulnerable... Alfil blanco a C4. Siento que puedo ver tu alma, escucho sus palabras; te hablo del amor, me respondes con orgullo, pero vuelves a caer, descalzo y pidiendo ayuda a gritos... Alfil negro a G4. Y otra vez se apodera de mi este vaivén de idas y venidas, de verdades que se escapan, se derraman del gotero... ¿Demasiado lleno? Otra vez el delirio en mi piel cada vez que me rozas con los dedos y siento que enloquezco, todo está al revés, la cabeza donde solían estar mis pies... Ya no aguanto más, muestro mi materia, ya lo sabes, no es más que cristal, aún recubierto con esmero de chapas de metal. Peón blanco a E5, uno menos. Traspasas el acero, hundes el filo en mi pecho mientras yo, impasible y quebradiza caigo de rodillas, con la misma facilidad que la gravedad seduce la banalidad de todos ellos. Sin embargo, es simple, aquí jugamos dos... Caballo negro a E5, presa de "tu cavilar perverso" el fuego va abrasando mis venas mientras el humo de tus labios enturbia el ambiente, me nubla, anula mi mente... Caballo blanco a E5, continúas, quebrando mis lanzas, fragmentando mis escudos, reduciéndome a murmullos... Pero no lo olvido, el juego aún no ha terminado.
Alfil negro a D1, cae tu reina. Conversaciones que ven amanecer, conversaciones que parecen perecer con olor al humo de los sueños, irreales, pero más reales que todos sus adentros. Nuestros ojos se vuelven a encontrar, inyectados en sangre, desorientados por el inquietante traqueteo del rodar, rodar y rodar de las ruedas de este tren que ya está apunto, va a descarrilar. Alfil blanco a F7, jaque. Aparto la mirada, no te puedo mirar más, pero siento cómo sonríes sabiéndote vencedor de este último baile que no termina, de esta última balada sangrienta en la almohada de mi imaginación, de mi alucinación. Pero no pierdo la esperanza de encontrar en tu mirada la luz de un alma que no me es tan agena, que brilla ígnea tras tus movimientos, expectante y deseosa; abrasante y sigilosa, ansiosa por dejar de desgarrar tus entrañas, por cesar ese clavar del metal en tu garganta, por morder la mordaza y gritar, silenciada. Rey negro a E7, me dejo caer, incoherente y poseída por el embustero rumor de mis pensamientos, es como si los dos quisiéramos jugar a este juego, sin discutir las reglas, aunque sepa ya quien quedará primero... Caballo blanco a E5, jaque mate.
No me puedo quedar quieta, ya no... Caballo negro a C6; tras siglos bajo prisión, con las piernas débiles y el corazón fustigado, me arriesgo, me encaro de nuevo. Tu mirada firme y penetrante, evalúas susurrante. Niegas el control de la jugada, pero no te tiembla el pulso y mueves ficha.... Peón blanco a F4. Incrédula lo voy sintiendo, se va apoderando de mi la sutileza de este tango de palabras moldeadas con sigilo en mis entrañas, pero pronunciadas por tus labios... mas no lo olvido, es un juego y muevo ficha... Peón negro a D6. Desnudas tu mirada, bajo las lanzas, voy sintiendo como el hielo se funde... gota a gota, palabra a palabra... Caballo blanco a F3. No lo entiendo, me abres paso a las cicatrices peor curadas, a las heridas más frescas y a las memorias más ensangrentadas, te vuelves vulnerable... Peón negro a A6... me vuelves vulnerable... Alfil blanco a C4. Siento que puedo ver tu alma, escucho sus palabras; te hablo del amor, me respondes con orgullo, pero vuelves a caer, descalzo y pidiendo ayuda a gritos... Alfil negro a G4. Y otra vez se apodera de mi este vaivén de idas y venidas, de verdades que se escapan, se derraman del gotero... ¿Demasiado lleno? Otra vez el delirio en mi piel cada vez que me rozas con los dedos y siento que enloquezco, todo está al revés, la cabeza donde solían estar mis pies... Ya no aguanto más, muestro mi materia, ya lo sabes, no es más que cristal, aún recubierto con esmero de chapas de metal. Peón blanco a E5, uno menos. Traspasas el acero, hundes el filo en mi pecho mientras yo, impasible y quebradiza caigo de rodillas, con la misma facilidad que la gravedad seduce la banalidad de todos ellos. Sin embargo, es simple, aquí jugamos dos... Caballo negro a E5, presa de "tu cavilar perverso" el fuego va abrasando mis venas mientras el humo de tus labios enturbia el ambiente, me nubla, anula mi mente... Caballo blanco a E5, continúas, quebrando mis lanzas, fragmentando mis escudos, reduciéndome a murmullos... Pero no lo olvido, el juego aún no ha terminado.
Alfil negro a D1, cae tu reina. Conversaciones que ven amanecer, conversaciones que parecen perecer con olor al humo de los sueños, irreales, pero más reales que todos sus adentros. Nuestros ojos se vuelven a encontrar, inyectados en sangre, desorientados por el inquietante traqueteo del rodar, rodar y rodar de las ruedas de este tren que ya está apunto, va a descarrilar. Alfil blanco a F7, jaque. Aparto la mirada, no te puedo mirar más, pero siento cómo sonríes sabiéndote vencedor de este último baile que no termina, de esta última balada sangrienta en la almohada de mi imaginación, de mi alucinación. Pero no pierdo la esperanza de encontrar en tu mirada la luz de un alma que no me es tan agena, que brilla ígnea tras tus movimientos, expectante y deseosa; abrasante y sigilosa, ansiosa por dejar de desgarrar tus entrañas, por cesar ese clavar del metal en tu garganta, por morder la mordaza y gritar, silenciada. Rey negro a E7, me dejo caer, incoherente y poseída por el embustero rumor de mis pensamientos, es como si los dos quisiéramos jugar a este juego, sin discutir las reglas, aunque sepa ya quien quedará primero... Caballo blanco a E5, jaque mate.
El suicidio consciente por las ansias de vivir, poética ironía.